miércoles, febrero 01, 2006

No sé como titularlo.....

Al principio, no se dió cuenta. Creyó que la luz que brillaba en sus ojos, era debida a su vuelta a casa. Bastó poco tiempo para que ella lo sacara de su error. Al llegar a casa un anillo explicó la causa de aquella extraña luz: estaba enamorada. En realidad, era mucho más que eso, había conocido a la persona con la que quería compartir el resto de sus días y así se lo hizo saber.

Durante un instante, un largo segundo, su corazón no latió, estaba paralizado por una extaña mezcla de pánico y desconcierto. Luego, poco a poco, su cuerpo volvió a recuperar el pulso, la sangre comenzó a fluir de nuevo por sus venas. A pesar de todo, se sumió en un estado de abatimiento como no había conocido nunca antes. Todas sus ilusiones, todas sus esperanzas, todos sus sentimientos habían sido borrados del mapa por aquel anillo y su lugar había sido ocupado por sus peores temores y sus peores pesadillas. El shock fué duro pero a pesar de todo aquel día volvió a trabajar, necesitaba alejarse durante un instante de todo aquello e intentar recobrar el aliento.

Cuando volvió, nada había cambiado, aunque tampoco lo esperaba, únicamente se encontraba más cansado y abatido de lo que había estado jamás. Sobreponiéndose a aquellos sentimientos, se sentó junto a ella y se interesó por como había ido todo. Al cabo del rato, las lágrimas que ya habían comenzado a fluir por dentro desde hacía tiempo, emergieron al exterior y se derrumbó por completo, fué incapaz de parar de llorar, como cuando era pequeño y se despertaba sólo en su casa.

No había consuelo posible, se la imaginaba en brazos de otra persona, acariciada por otras manos, besada por otros labios, acomodada en otro cuerpo...era más de lo que podía soportar. Todo aquel amor que anteriormente se había tornado en abatimiento, fué convirtiéndose progresivamente en rabia e impotencia.
Rabia porque sabía con certeza que jamás volvería a ser como antes, que sus labios jamás volverían a encontrarse otra vez. Ella, que le había enseñado que las palabras NUNCA e IMPOSIBLE no debían existir, le había mostrado también la excepción que precisamente confirmaba la regla.
Impotencia por la seguridad de que no había nada que hacer, pero sobre todo porque sabía que no había nada que objetar, que todo había sucedido de la manera más sincera y tranquila posible.

El paso del tiempo, fué haciendo que la intensidad fuera menguando, que el dolor se calmase aunque las cicatrices permanecerían ahí para siempre, dolerían eternamente. Poco a poco trató de cambiar su actitud hacia ella puesto que ante todo la quería como amiga y durante sus conversaciones una frase se había filtrado en la pena que lo rodeaba hasta llegar a su corazón:

"Uno es responsable de las cosas que cautiva y tú has cautivado lo mejor de mi"
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