No tengas prisa

Llevaba mucho tiempo caminando en la oscuridad, sin un rumbo definido, hacia ningún sitio exacto. Tiempo sin poder ser guiado por las estrellas y sintiendo como las lágrimas calientes rodaban por su cara, sin descanso recordándole la amargura de su tristeza. Más de repente ¡bum! todo estalló por los aires.
Fué todo tan rápido que ni tan solo le dió tiempo a darse cuenta de que ella era todo lo que siempre había querido, la imagen borrosa que siempre había aparecido en sus sueños pero que tan solo ahora había sido capaz de reconocer.

Al darse cuenta, inmediatamente le abrió su alma y le pidió que por favor entrara, sin hacer ruido, simplemente como una forma para conocerse, para que pudiera decidir si lo que veia le gustaba o no.
Poco tiempo después, le regaló su propia llave, para que pudiese entrar y salir cuando ella quisiera, siempre que le apeteciera, sin secretos, sin barreras.
Mirándola fijamente a los ojos le comentó que el tiempo durante el que no la tuvo, dejaría de existir en el mismo momento en que ella se decidiese a quedarse.
Que en ese momento ambos serían responsables el uno del otro y no habría nada que no pudiesen hacer o superar, que el destino se aliaría de su parte.
Mientras tanto CARPE DIEM, aprovecha el momento....
Tenían que engañar al tiempo para robarse besos y caricias, para poderse decir te quiero a escondidas mientras sus manos se buscaban y se apretaban para asegurarse de que no era un sueño.
Estar totalmente seguros de sus sentimientos y que no hubiese ni la sombra de una duda.
Ambos tenían que tomar una decisión, pero esto había que entederlo bien:

No tenían que tener prisa para llegar, pero cuando lo hiciesen (si lo hacían) debería ser para quedarse juntos.

Definitivamente.