miércoles, agosto 20, 2008

Sabhir




La niña de la foto que ilustra este post se llama Sabhir y tiene 15 años. Sabhir vive en un pueblecito de la Capadoccia, fuera de las rutas turísticas y se dedica a tallar casas típicas en roca volcánica con la única ayuda de un cuchillo y su habilidad para manejarlo.

Cuando me acerqué a la mesita donde exponía sus casas para la venta me recibió con una gran sonrisa y me dijo en inglés: “Hand made mister, hand made, a lot of work!!!”

Había un par de piezas que me gustaron especialmente y le pregunté que cuanto costaban. “Twelve lira mister, a lot of work”. Permanecí algunos segundos estudiando cuales de ellas me gustaban más para comprárselas pero inmediatamente volvió a dirigirse a mi diciéndome: “Indirim (descuento) mister, four lira mister, four lira, not expensive”.
Evidentemente le expliqué que mi intención no era regatear el precio y le pagué las “twelve” liras que me pidió al principio llevándome una de las piezas que tenía en la mesita junto con la que estaba tallando en ese momento y que estaba casi acabada. Después de esbozar una sonrisa, salió corriendo hacia la puerta de su casa, que estaba justo delante para buscar unas hojas de periódico con las que envolver las piezas y una bolsa de plástico para que pudiera llevármelas.
Intenté explicarle que era yo quien debía estarle agradecido por su generosidad al compartir conmigo y ponerle precio a algo que había hecho con sus propias manos.
Junto a ella había un anciano (que al final resultó que era su abuelo) tumbado a la sombra de los árboles y llamándome e indicándome que le hiciera una foto. Su piel era como la tierra de la Capadocia, se podía apreciar perfectamente la erosión del tiempo y los profundos surcos causados por la misma. Me tumbé junto a él y aunque no pudimos comunicarnos demasiado bien, me dio a entender que como no llegaban muchos turistas por allí, cuando llegaba alguno siempre le pedía que le hiciera una foto.

Estando allí sentado apareció un hombre de unos 30 años (pudieran ser menos) con un niño de apenas un año en los brazos. Era el marido de Sabhir con el hijo de ambos. Posiblemente en algún otro momento hubiera sentido pena por ella, por ser tan joven y tener ya la responsabilidad de mantener una familia. Por vivir en un pueblo apartado de todo y por la cantidad de cosas que nunca conocerá.
Eso hubiera sido antes…..ahora lo que siento es admiración y gratitud. Es el contacto con las personas como Sabhir lo que te hace volver al mundo real, la luz que te hace ver lo egoístas que somos en nuestra vida y sobre todo, es el contacto con estas personas lo que realmente te hace darte cuenta de lo equivocada que está nuestra escala de valores.

Por todo ello, y aunque sé que ella nunca leerá este post, quería decirte

GRACIAS SABHIR!!!!

PD: Gracias también a todas las personas que de cuando en cuando me ayudan a mantenerme con los pies en el suelo. La lista es muy larga……y la tarea no es fácil.
PD2: Como anécdota y para reiterarme en lo de la escala de valores, en el vuelo de ida (tres horas de vuelo), no nos dieron de comer y hubo gente que casi llegó a las manos por comprar en el avión una chocolatina
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