miércoles, marzo 08, 2006

Conciencia del final

Las últimas semanas fueron grises y tristes, porque ambos sabíamos que todo iba a terminar entre nosotros de forma irremediable. Cuando se presentó el final, lo hizo de manera silenciosa, sin apenas ninguna señal, como una enfermedad incurable o una sentencia que se sabe de antemano inapelable. Todo murió poquito a poco, inmerso en la rutina. Despacio, muy despacio.

Y realmente es increíble. Al principio, cuando esa mujer entró en mi vida, todo era brillo, color y esperanza.Ansié conocer todo sobre ella, rozar su piel, acariciar su cabello, vivir como si fueran míos sus sueños, sus ilusiones, sus recuerdos. Y eso hice. Durante mucho tiempo me sumergí en ella sin reservas. Dormí, comí, viajé, viví con ella.
Y cuando todo se acabó, caí en la cuenta de que la conocía mejor que a mí mismo. Que sé cómo sufre, cómo lucha y sobre todo como ama. Reconozco sus heridas, porque ella me las mostró y porque alguna de ellas incluso fueron inflingidas por mi, sin pretenderlo, sin saberlo evitar.

Después, todo terminó.

Ahora mi corazón me dice que su vida y la mía ya no son una, que nuestros caminos discurren por senderos separados y que las posibilidades de que se vuelvan a cruzar son remotas aunque siempre reconoceremos en uno mismo la huella del otro. Y lo singular del caso es que esto me provoca a partes iguales dolor, rabia y melancolía. Después de que hubo ocupado durante mucho tiempo mis días y mis noches, y yo no supiera aprovecharlo, ahora siento nostalgia de ella.

Qué raro es todo. Cuando ya lo sabía casi todo de ella, y tras compartir parte de nuestro tiempo, muchas de mis ilusiones y la mayoría de mis sueños, sé que la conozco mejor que a ninguna otra mujer en el mundo, pero paradójicamente ahora resulta que ya no la tengo. Al menos no como yo quisiera.

En estos casos se aconseja olvidar lo antes posible, dicen que es bueno saber desprenderse a veces de partes de tu vida abandonándolos como quien se deshace de algo viejo e inútil. Pero no es cierto, en realidad lo que estamos haciendo es automutilar nuestra propia alma. Además, seccionar sentimientos y vivencias no es algo quirúrgico, no es tan fácil, ni tan limpio y el alma no es algo que se auto-regenere.

Con esto de la globalización estoy totalmente convencido de que voy a encontrarme muchas veces con su fantasma durante el resto de mi vida. Amigos y desconocidos me hablarán de ella y tendré, a mi vez, que dar explicaciones al respecto. Por aquí y por allá, esto y aquello. La quise. Aún no sé si me quiso. La perdí o quizás nunca la tuve.

Evidentemente contaré sobre todo la parte fácil: los primeros días, los primeros tiempos, cuando todo era perfecto y era posible porque aún estaba todo por vivir. Callaré el resto: la soledad, la tristeza, la rutina, la indiferencia del final, cuando ya todo estaba descubierto, casi todo vivido y no nos quedaba espacio para imaginar nada. Cuando todo estaba consumado, y cada día y cada noche nos sentábamos frente a frente con la intención y quizás el oculto deseo, de terminar de una vez.

Os quiero pedir perdón por pasar tanto tiempo sin visitar vuestros blogs para dejar mis comentarios. Tengo un par de excusas: No tengo tiempo para hacerlo y no me funciona el ordenador de casa. Espero que pronto pueda volver a hacerlo por que realmente os echo de menos y veo que me estoy perdiendo muchas cosas divertidas.

Besos para tod@s y felicidades a las mujeres en el dia de la Mujer Trabajadora.
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