sábado, enero 29, 2011

Rojo, Azul y Blanco

Ayer fue un día rojo, no me preguntes porque pero podía notar como la felicidad emanaba por cada uno de los poros de mi piel. Acabe pronto de trabajar y decidí salir a pasear. Roja era también la pasión acomodada en mi corazón y la alegría y la fuerza con que la ciudad me imbuía a cada paso. Ande callejeando de forma incansable, buscandote algo especial y de paso, recuperando viejos rincones casi olvidados; lugares donde siempre me he sentido a gusto conmigo mismo. Con el sol escondido tras las nubes y una fina lluvia resbalando por mi cara, te eché de menos con una sonrisa, pensando "ojala estuvieses a mi lado, ojala pudiese compartir contigo todos mis rincones, todo lo que para mí significa esta ciudad". La respuesta me llegó sin voz desde ningún lado y desde todos los sitios a la vez: "Calma, tenemos todo el tiempo del mundo".


Hoy es un día azul, como el color del cielo con el que ha amanecido este sábado de invierno. Azul igual que el recuerdo, tibio todavía, de la profundidad de tus ojos clavados en los míos durante el sueño que me ha atrapado esta noche. Al despertar, por un momento, me he quedado en la cama, remoloneando, con esperanzas de hallarte aun a mi lado, ahuyentando las pesadillas de mi pasado. Me he sorprendido a mi mismo echándote de menos en pijama durante el desayuno y sintiendo unas ganas inmensas de cerrar los ojos y volverte a abrazar.
También es azul el mar que tengo ahora delante, este que me trae el sabor de su sal a mis labios mientras puedo sentir la calidez de la arena bajo mis pies descalzos a la vez que te sigo soñando.


Mañana será un día blanco, una pagina nueva de un libro empezado hace poco, en la que todo estará aun por escribir, donde ambos podremos ser los protagonistas de nuestras propias vidas. Un libro que deseo sepamos llenar de sorpresas, risas e innumerables buenos momentos compartidos.
Me haces tan especial al dejarme descubrirte lentamente...
Sí, será un día blanco como la magia que desprendes, la que entremezclándose con tu alegría natural impregna todo lo que te rodea con ese aura tan especial. Esa magia que mantiene fuerte y resistente la fina cúpula con la que te proteges, pero por la que, cada vez más, van filtrándose retazos de tu alma hacia el exterior sin de forma inevitable.



Canción Roja





Canción Azul




Canción Blanca

miércoles, enero 26, 2011

La vida es ajedrez

Al igual que la vida, una partida de ajedrez puede llegar a ser muy larga. Sin darnos cuenta, de repente, podemos ser sorprendidos en una situación de jaque mate, sin salvación aparente. 
Desconcertados, viendolo todo perdido, oteamos en todas direcciones buscando una torre para podernos enrocar, pero todo parece inútil.
Es entonces cuando el sutil movimiento, aparentemente insignificante, de un pequeño peón vuelve a encauzar la partida por casillas nuevamente seguras. Nos ayuda a esquivar las beligerantes y pesadas torres, los letales y afilados alfiles. A burlar las maléficas tretas de la retorcida reina y consiguiendo que la sorpresa del caballo, sibilina como siempre, no se cruce en el camino de nuestros días, nuestros retazos de alma, nuestro mundo interior. 
Y de este modo, la vida de un rey que parecía atrapado sin escapatoria posible, vuelve a llenarse de gozo y buena compañía.
Y de este modo el rey puede volver a disfrutar de un tablero limpio y despejado donde bailar, a dúo con su reina, el armónico vals de un nuevo destino.

lunes, enero 24, 2011

Construyamos un puente....

¿Cuántas cosas quedarán al final de nuestras vidas?. ¿Cuales de ellas perduraran en nuestra memoria más allá de los años y las tormentas? ¿Se coserán a nuestro alma las decepciones y las hojas rasgadas de recuerdos y lágrimas?

No sé, casi todas las cosas vienen y van de forma circunstancial y muchas de ellas no vuelven jamás.

En ciertos momentos no es fácil distinguir los pilares que conformarán tu vida. No sabemos si alguien desaparecerá sin dejar huella, a que persona echaremos de menos, o quien no llegará nunca a marcharse, quedándose para construir puentes invisibles pero resistentes a cualquier intento de invasión. Estructuras que protejan el paso fluido de los buenos momentos: la serenidad de una confidencia, la intensidad de una mirada o quien sabe si la calidez de un abrazo o la pasión de un beso.

A mi me gustaría encontrar a alguien (¿tal vez seas tu?) con quien construir de forma conjunta uno de esos puentes, sin prisa, para darle la solidez necesaria, poniendo una piedra detrás de la otra, lentamente, sin atropellarnos. Simplemente para proteger nuestros buenos momentos, si tuviesen que venir.

Sin embargo no quiero saber que me depara el futuro, no me apetece saber lo que volveré a ver a través de las yemas de mis dedos o todo aquello que se convertirá simplemente en un fotograma de mi vida, en un instante efímero de la misma por el que pasaré sin tacto.

Crecemos con cada cuerpo que conocemos, con cada ciudad que visitamos, con cada decepción y cada adiós. Con cada palabra que queda sin pronunciar y cada beso que guardamos.

Pero también crecemos cuando nos cogemos de la mano y decidimos comenzar a caminar, juntos, no delante ni detrás, si no al lado, donde podamos sentirnos sin necesidad de vernos.

Dicen que en la vida, cuando tomas una decisión, o ganas o aprendes. Yo ya he aprendido bastante, ahora me gustaría también ganar.
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