Mi madre

Hoy necesito hablar de mi madre. A primera vista es poquita cosa, apenas un metro y sesenta centímetros de la persona más buena que yo he conocido nunca (supongo que casi todo el mundo piensa eso de su madre). Tiene dos ojos de un color verde precioso y no hace falta demasiado para robarle una sonrisa a su cara.

El motivo de que quiera hoy escribir sobre ella es que pienso que es una persona que nació en una época equivocada. Nació en un pueblecito de Toledo, en el seno de una familia de trece (si, trece) hermanos de los cuales sólo vivieron seis. Sus padres (mis abuelos) eran tan pobres que tuvieron que mandarla a vivir con una tia suya que la trató como a una hija. A pesar de todo, en ese paisaje de España rural y profunda, mi madre desgraciadamente no pudo ir al colegio y por lo tanto no tuvo ningún tipo de formación. Supongo que los siguientes años puedo saltármelos, ya sabeis trabajo en el campo, etc. hasta que decide irse a vivir a Madrid, a servir (trabajar) en casa de una familia de dinero con cinco hijos. Creo que ahí es donde nace su pasión por los niños.
Ante la vergüenza que siente por el hecho de no saber leer ni escribir (siempre alguien le debe leer las cartas que recibe y escribirle las que quiere enviar), decide ir los domingos a clases para al menos poder defenderse. Es irónico, hoy en dia no nos queremos ir de casa porque no sabemos si podremos subsistir o en cualquier caso nos parece algo muy difícil y mi madre (como tantas otras, estoy seguro) se va de un pueblecito de Toledo a Madrid sin saber leer ni escribir y por tanto sin valerse por si misma.

De Madrid viene a Barcelona cuando conoce a mi padre (de mismo pueblo que ella) y se casan. No puedo contar nada relevante hasta que más o menos tengo uso de razón, y esta es la parte de la que estoy más orgulloso. Mi madre es un luchadora, siempre lo ha sido y siempre lo será. En el barrio donde vivimos, siempre que ha habido una reivindicación social (al princio fué más colegios, luego calefaccción para esos colegios, comedor gratuito, un ambulatorio para el barrio) allí estaba ella, al frente de todo, limitada por su formación cultural pero luchando en primera línea por algo que creia justo para sus hijos y para el resto de personas. Conozco al menos un par de mujeres más como ella en el barrio, y me siento orgulloso de que sean amigas. Estoy totalmente seguro que si mi madre hubiera tenido más formación o hubiera nacido en una época diferente habría logrado cosas aún más importantes. Y esto me lleva a una reflexión y a dar un consejo a todo el mundo (y que conste que no soy partidario de darlos). Refrescad la memoria, recordad la lucha de vuestras madres en un entorno difícil y como consiguieron sacaros adelante. Pensad en el apoyo que recibieron de sus parejas (vuestros padres) que nunca fué demasiado porque tenían que trabajar y tratad de no repetir esos errores con vuestras parejas. Ayudemos a las mujeres a ser iguales que nosotros (no más, no menos) escuchemos lo que tienen que decir y ayudemoslas a poner en práctica las buenas ideas que tengan.
Daros cuenta que al principio de los tiempos la sociedad fué matriarcal y eso nos ayudó a evolucionar deprisa, y que desde que el mundo cambió y está controlado por la testosterona (y no en equilibrio) hay más violencia, más guerras y más injusticias sociales. Démosle a todas las mujeres del mundo la posibilidad de demostrarnos dónde nos estamos equivocando, como podemos hacer un mundo mejor.

Una última cosa: Mama, te quiero y gracias.